BUENO,
O MALO
BUENO,
O MALO
Tenemos comportamientos que llaman a
reflexión y, por cotidianos, pasan inadvertidos; de la misma manera que otras
tantas cosas y hechos que, ya cubiertos por la ancha capa de la costumbre, nos
resultan totalmente invisibles.
Quizá, a quien viva solo (que no es lo
mismo que hacerlo en soledad) no le toque experimentarlo; no de la misma manera
que a aquel otro que comparta su espacio con alguien de afinidad “relativa”, y
mucho menos con quien lo haga compitiendo con un tercero, ya sea como elegido
modo de vida, en un nivel de paridad de poderes, como víctima o victimario en
la convivencia.
Veamos, algunos ejemplos. La persona “a”
olvida retirar el cilindro de cartón que contuviera al rollo, ya finalizado del
papel sanitario, o de descolgar la ropa del secador exterior ante riesgo de
lluvia, tal vez algún elemento fuera de lista del supermercado, o cae en el
profundo pozo de los “supuestos” donde “debería haber supuesto” que “b”
llegaría a tal hora sin haber preparado la mesa o encendido el horno de la
cocina, que debería haberse enterado por la conversaciones telefónicas de “b”
con ajenos, que la reunión prevista hubo cambiado de horario, y esto no tiene
fin.
El meollo de la cuestión viene a ser
este, y no el que usted supone. Dejemos a los imaginados “a“ y “b” solo por un
momento, y vamos a los hechos (o dejados de hacer), que, para este caso es lo
que nos importa.
Toda actitud en esta vida es merecedora
(pobre de nosotros) de un juicio. Usualmente siendo el más duro aquel que se
realiza sobre actos ajenos.
Ahora bien, dentro de una gran cantidad
de estados intermedios caben tres veredictos: “Bueno”, “malo”, o “indiferente”.
Si el Sr. “a” deja ex-profeso el rollo vacío sobre el bidé del baño, es mala actitud que merece un reproche propio o
ajeno, si le es indiferente, y ni siquiera piensa en ello, se encuentra en el
mismo caso. Ahora bien, si ciertamente lo retira, en cumplimiento de sus
deberes y rumbo al recipiente de residuos, el resultado con el cual calificar este
cumplimiento es…”Absolutamente Nulo”.
“A”, se pregunta, y por cierto con mucha
razón, ¿Dónde está el régimen de premios y castigos tan en boga en nuestro
medio)
Resulta que las pequeñas grandes cosas
que hacen a la organización de cualquier tipo, merecen, por descontado, que
deben realizarse “bien”, porque de esta manera el procedente pasa inadvertido, y
eso es a lo máximo a que se puede aspirar.
Filemón Solo
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