domingo, 15 de febrero de 2015

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BUENO, O MALO

BUENO, O MALO
Tenemos comportamientos que llaman a reflexión y, por cotidianos, pasan inadvertidos; de la misma manera que otras tantas cosas y hechos que, ya cubiertos por la ancha capa de la costumbre, nos resultan totalmente invisibles.
Quizá, a quien viva solo (que no es lo mismo que hacerlo en soledad) no le toque experimentarlo; no de la misma manera que a aquel otro que comparta su espacio con alguien de afinidad “relativa”, y mucho menos con quien lo haga compitiendo con un tercero, ya sea como elegido modo de vida, en un nivel de paridad de poderes, como víctima o victimario en la convivencia.

Veamos, algunos ejemplos. La persona “a” olvida retirar el cilindro de cartón que contuviera al rollo, ya finalizado del papel sanitario, o de descolgar la ropa del secador exterior ante riesgo de lluvia, tal vez algún elemento fuera de lista del supermercado, o cae en el profundo pozo de los “supuestos” donde “debería haber supuesto” que “b” llegaría a tal hora sin haber preparado la mesa o encendido el horno de la cocina, que debería haberse enterado por la conversaciones telefónicas de “b” con ajenos, que la reunión prevista hubo cambiado de horario, y esto no tiene fin.
El meollo de la cuestión viene a ser este, y no el que usted supone. Dejemos a los imaginados “a“ y “b” solo por un momento, y vamos a los hechos (o dejados de hacer), que, para este caso es lo que nos importa.
Toda actitud en esta vida es merecedora (pobre de nosotros) de un juicio. Usualmente siendo el más duro aquel que se realiza sobre actos ajenos.
Ahora bien, dentro de una gran cantidad de estados intermedios caben tres veredictos: “Bueno”, “malo”, o “indiferente”.
Si el Sr. “a” deja ex-profeso el rollo vacío sobre el bidé del baño, es mala actitud que merece un reproche propio o ajeno, si le es indiferente, y ni siquiera piensa en ello, se encuentra en el mismo caso. Ahora bien, si ciertamente lo retira, en cumplimiento de sus deberes y rumbo al recipiente de residuos, el resultado con el cual calificar este cumplimiento es…”Absolutamente Nulo”.
“A”, se pregunta, y por cierto con mucha razón, ¿Dónde está el régimen de premios y castigos tan en boga en nuestro medio)
Resulta que las pequeñas grandes cosas que hacen a la organización de cualquier tipo, merecen, por descontado, que deben realizarse “bien”, porque de esta manera el procedente pasa inadvertido, y eso es a lo máximo a que se puede aspirar.                               

                                                                   Filemón Solo

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